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Feminismo, LGBTQ+ y Fandoms. Adolescentes y redes sociales

Por Laura Ibagón Ávila

Imagen de un celular en la mano de una mujer

Para nadie es un secreto que la adolescencia es una de las etapas más fugaces, emocionantes y complicadas, -ese limbo entre dos mundos, el de ser niño y el gran paso hacia ser adulto- pues las personas se enfrentan a constantes transformaciones. Como lo menciona el psicólogo especialista en adolescencia Luis Martínez-Feduchi, los jóvenes adolescentes atraviesan diferentes duelos, como la pérdida de la infancia, los cambios físicos, la pérdida de los padres idealizados e incluso los conflictos y presiones sociales que los llevan a vivir su vida en “mundos separados”.

Están también los momentos familiares, como las vivencias con amigos, hasta la difícil intimidad, que en medio de ella, con sus dolorosas soledades, apabullantes aburrimientos y cansancios, siempre encuentran un refugio en donde ampararse: los medios digitales.

En el transcurso de la pandemia, con la crisis sanitaria del coronavirus que significó una serie de cambios que condicionaron a las personas a adaptarse a ellos, se evidenció un considerable incremento del consumo de Internet, no sólo en términos de información sino de igual manera como medio de entretenimiento y educación. De manera que se dio lugar a una apropiación de nuevos medios digitales interactivos a escala masiva, ya que la sociedad de hoy en día vive a un ritmo acelerado en todos los aspectos que la conciernen, como el cambio en la forma de comunicarnos, la tecnología y el consumismo.

En lo personal, al ser parte de la generación Z, y por ende una nativa digital, los medios interactivos digitales siempre han estado presentes en mi diario vivir: ver videos musicales en YouTube, ver memes en Facebook, chatear con mis amigos en WhatsApp o publicar fotos en Instagram. No obstante, el año pasado fue vital para mí. Más allá de empezar mis estudios universitarios y verme posteriormente afectada por la pandemia -y en consecuencia, la educación en acceso remoto-, las redes sociales fueron de gran ayuda para poder “sobrevivir” a la inesperada coyuntura, en especial Instagram y Tiktok. Esta última aplicación me permitió ver una increíble cantidad de contenido en formatos de video de entre 3 y 60 segundos.

Ahora bien, como muchas personas, yo era de aquellas a las que le parecía una tontería esta aplicación, no entendía su “Boom”, pero una vez adentro, es inevitable no asombrarse con la variedad de contenido y comunidades, que con tan sólo un swipe se siente como viajar de un mundo a otro. En mi caso, he llegado a conocer los lados “Alt Tiktok”, “Witch Tiktok”, “Feminist Tiktok”, -se dedica a crear contenido pensado en el empoderamiento de las mujeres, así como también la enseñanza y deconstrucción de ideales impuestos-, “LGBTQ Tiktok”, hasta llegar a donde ahora estoy, el lado “Directioner-Larry” de Tiktok. Básicamente en cuarentena gracias a un like me volví fan del grupo musical One Direction, sus integrantes y ahora soy Larrie (persona que cree que Harry Styles y Louis Tomlinson están en una relación desde hace muchos años), pues el algoritmo y el fyp (“Página para ti”) se van configurando de acuerdo a cuantas veces se reproduce un video y qué tanta interacción se tiene con él. Por esta razón me comenzaron a aparecer contenidos de cuentas dedicados a estos temas y de la misma manera, paralelamente en Instagram.

Además, gracias a mi constante interacción en cuentas feministas y de la comunidad LGBTIQ+ por Instagram (como @mattxiv, @feminist, @malvestida, @lgbt, @lasviejasverdes), he aprendido, analizado y adoptado algunos alfabetismos mediáticos como el queerbaiting, mansplaining, closeting -acción de mantener a alguien “dentro del closet”- y body positivity. E igualmente, al ser parte de un gran fandom me he familiarizado con términos como bearding, stunt -truco publicitario-, cancel culture, el hecho de stanear o shippear a alguien; así como también, terminologías como glowup, generación de cristal y sexting. Por lo que considero pertinente mencionar la observación que realizaba Tapio Varis en una charla en Vilnius University (Lituania), entorno a su libro Media Literacy and New Humanism, con José Manuel Pérez Tornero en donde se cuestiona si el término “Era digital” debería ser reemplazado por “mundo intercultural”. Esto se ve reflejado en el constante spanglish adoptado especialmente por los jóvenes, trayendo consigo más allá de una comunicación intercultural, también valores y comportamientos culturales, los cuales los veo reflejados en varias redes sociales en donde se evidencian ciertos modismos propios de los jóvenes norteamericanos.

Asimismo, es importante identificar en esta clase de comportamiento una serie de habilidades planteadas por el académico Henry Jenkins, como lo son la inteligencia colectiva, al poder compartir y reproducir conocimientos, así como también informarse de distintas perspectivas sobre el mismo tema (por ejemplo, cuando salen fotos que soportan una teoría Larry, con fechas y sucesos explicados). Esto permite también un juicio por parte del usuario, al poder cuestionar y contrarrestar diferentes fuentes de información y, de esta forma, invitando a la persona a una navegación transmedial al poder desplazarse por diferentes espacios informativos por medio de múltiples modalidades, (de un video en Tiktok, a un hilo en Twitter y de él a un video de YouTube, publicaciones en Instagram, o fanfics en Wattpad); generándose de esta forma la posibilidad de networking, es decir, buscar, sintetizar y difundir la información encontrada y entrando a una negociación al interactuar con diversas comunidades (Antis, Elouvers, K-Pop, OT5), percibiendo y respetando cada punto de vista en torno al tema planteado (teoría Larry) y siguiendo las normas alternativas.

Por lo tanto, incluso tan sólo un video de una aplicación como Tiktok le permite al usuario tanto consumir el contenido dando follow (“seguir”), descargar el video, dar like (“me gusta”), comentar, compartir el link, enviarlo a una plataforma diferente o al chat de un amigo dentro de la app o ser un creador al poder interactuar con el mismo video, pero en un video nuevo desde su cuenta al hacer duo o stick. Además, dentro del feed (flujo de contenido por el que se puede desplazar), el individuo tiene la opción de obtener resultados y encontrar contenidos audiovisuales o sonoros similares basados en su ubicación, intereses, gustos y búsquedas por hashtag. Es por ello, que el individuo se encuentra en un contacto frecuente y permanente a nivel mundial.

En cuanto a la participación, soy bastante activa dentro de estas tres comunidades (feminista, LGBTIQ+ y fandom), debido a la conexión que se genera entre los participantes más antiguos que se encargan de informar, educar y orientar a los más nuevos, ya sea mediante videos o publicaciones, invitando a los demás a dejar sus opiniones y preguntas al respecto, creándose grupos de apoyo y solidaridad, e, igualmente, invitando a compartir o reproducir los contenidos de otros creadores de la misma comunidad. Como recalca Jenkins (2006) “Nuestras metas deben ser alentar a la juventud a desarrollar las habilidades, conocimiento, marcos éticos y la confianza en sí mismos necesarios para participar plenamente en la cultura contemporánea.” (p.8).

De acuerdo a un estudio anual de redes sociales 2020 de IAB (Asociación mundial de comunicación, publicidad y marketing digital) Spain, se descubrió que el 81% de los usuarios invierten su tiempo en redes sociales con fines de entretenimiento, el 77% para interactuar, el 66% para informarse, el 33% para inspirarse y el 30% para conocer gente. Y según el Global Web Index durante el aislamiento, la generación Z, personas entre 16 y 23 años aumentaron hasta el 84% de uso de las redes sociales.

Así pues, Tiktok, una aplicación pensada principalmente para adolescentes, que cuenta con más de 800 millones de usuarios activos, durante el confinamiento se convirtió en una forma de integración de comunidades. Sirvió además como modo de acercamiento entre usuarios para la formación y crecimiento de distintas comunidades y contenido, ya sea con montajes, interpretación de canciones, hechos informativos, challenges (retos) o reproducciones de trends (tendencias). No obstante, en la otra cara, ha provocado problemas de adicción a su uso, desinformación, problemas de contenido, y en muchos casos ansiedad y depresión entre los jóvenes. Es así como para mí, una mujer de 17 años, feminista, parte de la comunidad LGBTIQ+ y Larrie shipper, al igual que muchos jóvenes en medio de la búsqueda de independencia y responsabilidad durante la adolescencia, las redes sociales y los medios interactivos han permitido tener control sobre algo cuando sienten no tenerlo sobre nada más. Estas comunidades y la participación de los adolescentes son importantes debido a que promueven el descubrimiento de la identidad, entre quienes son y quienes desean ser, alcanzando de esta forma su autonomía individual.

—Artículo e imagen por Laura Ibagón Ávila, estudiante de comunicación social de la Pontifica Universidad Javeriana

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